Dejaría que de mí fluyeran las palabras como ríos interminables de ideas incoloras idealizando un estado de las cosas carente en realidad de la clara pureza que habrían de tener. No dejaré que de mi fluyan las palabras porque el final ha de ser funesto, y siempre lo es cuando dejas que de ti se escurran todas las ideas y lo que bien podrías callar. No, no quiero estar en el desbordamiento del cuarto. No quiero flotar entre mis ideas. No quiero ser parte del fluido de mí misma.
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