martes, junio 19

Tengo este pequeño problema. Sí.
En realidad tengo muchos problemas, yo estaba pensando  en el más importante cuando noté el problema real de estar sentada acá dirigiendo estas palabras a un alguien, lo más probable, inexistente. Pero no me ocuparé del devenir existencialista de a quién le escribo cuando desempolvo este rincón abandonado de blogk, ese no es el problema ahora o sino mi pequeño escape REALMENTE será todo un laberinto de vuelta.

Quizás simplemente he venido saludar, nuevamente, a aquel forajido lector o no-lector, en un momento en que precisamente no tengo el tiempo real de hacerlo. Me lo estoy inventando todo.

Me invento esta necesidad de vaciar acá mi DE SES PE RA CIÓN ÓN ÓN
Les voy a contar esta historia...

Tengo el típico trabajo, ensayo, el corta-tetas, el limbo sin cruzar hacia el éxito. Obviamente el trabajo está fijado desde más o menos siempre, y aquí estoy yo, tendré unas 18 horas para hacerlo, y pongámosle que me pone de lo más mañosa dormir poco y no, acá estoy. A ver, ¿soy yo mi propio problema? Qué no sé qué carajo que no, no puedo terminar. Sigo teniendo esa idea de que en un rato más mi mente y mis manitos confluirán en una armoniosa canción ensayal y mi trabajito quedará terminado. Así. 

Como siempre me quedé acá esperando el momento indicado del cosmos que facilitara la elaboración de este, y luego de dedicar mi tiempo a unas pocas, pero molestas tareas domésticas (sí, estoy indispuesta y quiero que me den tecito todo el día y nada más, ni moverme) y acá estoy. Buscando mi excusa final de estar haciendo otra cosa. Así me di cuenta hace un rato de que el momento estelar jamás llegaría y a toda mi infelicidad le sumo esa desesperación interna que me nubla más la mente de que no lo lograré.

Ya, manos a la obra, y a menos que deje de perturbarme el desorden del dormitorio, creo que esta fue mi última distracción antes de entregarme en cuerpo y manos a mi labor. Ciao.