Quiero llorar, así que pongo Up! para que el mundo crea que es por eso. Para llorar con Up! también y creer yo misma que lloro por eso. Disfrazo mi pena o impotencia o aburrimiento, sea lo que sea que quiero brotar de mí, como los brotes de algo que sé que me hará llorar.
Por un error de click casi se me va el corazón a la mierda. A la misma mierda. Osea, se disparó el weón, y sufrí la desgracia de lo inevitable. Me sentí descubridora de la mentira o de la verdad, pero como me dañaba a mí tenía que ser una mentira cruel y despiadada. Y mi mente tiró todo a la mierda y mis ojos ya se partían a llorar (claro, pero tan solo esperando el momento en que mi mami saliera de la pieza). Lo sentí todo... ¿Sabe qué es lo peor? No es que todo haya sido mentira. Lo peor de todo es que me dolió. ¡A ver! ¿Por qué? Que alguien me explique la loca maquinación de mi cabeza disparatada que se lanza con planes propios de los que no me voy enterando a la par. En qué momento me comenzó a importar tanto o me empecé a preocupar, o comencé a desconfiar. Cuándo empecé a oler todo malo, a creer en lo podrido. No lo sé. Prefiero no querer entender nada. Y no quiero que el tiempo pase, no tengo nada de curiosidad, prefiero que de lejitos se me cure esto, quizás no estoy preparada. Pero quiero estar despreparada para todo mejor. ¡A eso le llamo autoestima! Y después de todo, aún me quedan ganas para ver Cinema Paradiso. Jesu María Magdalena de las llorones.