lunes, marzo 3

2014


Dónde fue. Cómo fue. Y el principio, el distante comienzo al que más tarde se le unirían millones de casualidades dadas por las instancias de la vida, esas pequeñas elecciones como en un corredor con una cantidad infinita de puertas que vas atravesando, y cruzando otra y otra hasta que pierdes el punto de partida. De pronto acá estoy, en una habitación común, ese cuarto distante y perdido entre otros tantos donde al fin te encontré.

Podrán explicarme el azar mil veces y aún así nunca lo lograré comprender, tiene una lógica única en sí mismo cuando ya llegaste a ese punto de término, antes no es nada, solo un montón de opciones. Bastaba con errar en una puerta y ya todo habría sido diferente, y jamás te habría encontrado.

Dios sabe qué habría encontrado en esos otros perdidos corredores de la vida. No, él no lo sabe, nadie lo sabe, lamentablemente este fue el único camino posible que valió la pena plasmar. He estado en escenarios diferentes, erré en el cuarto de otro extraño y ninguno valió la pena. Ninguno me hizo llegar a estas palabras, a este momento a cómo se ve ahora.

Enredé kilómetros de hilos y llegué hasta el ahora que no quiero que pase fugaz. Ni lento, me gustaría congelar mi vida. Cerrar las puertas con seguro, encadenarlas todas y quedarme en el ahora, en este lugar. Quiero que nos encerremos y no volvamos a abrir las puertas al corredor...


«No abras esa puerta dijo. El corredor está lleno de sueños difíciles».

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