lunes, noviembre 15

Quizás nadie me crea que es complicado pero de verdad estar en un dilema tan perjudicial en mi vida me tiene los pelos de punta y los ojos mega hinchados. ¿Señor, será que ahora sí me lo estoy tomando en serio? Me da miedo tomar el cambio equivocado, pero si Destino considera los votos del público a favor se supone que todo ha de ser para mejor.

Pareciera que no estoy segura, y pareciera una de mis excusas nuevamente para justificar la desmotivación que reiterativamente se da en cada etapa de mi vida, en cada semestre, en cada fase; pero parece ser diferente.

No, no disfruto ser como soy. Confieso que para asegurarme tiendo a ser creyente. Confieso que cuando ya no me entiendo le pregunto al que supuestamente me hizo inexplicable "¿Por qué?" Simplemente eso. ¿Por qué mi cerebro funciona así? Por qué no consigo interesarme realmente en mi deber social de seguir un buen camino que me asegure un cupo y estabilidad en este mundo. Por qué si tengo las posibilidades, el tiempo, no logro aprovecharlo. De verdad que yo no quiero ser así, de verdad que quiero lograr levantarme cada mañana respondiendo a mis obligaciones, no quiero sentir más tarde el cargo de conciencia; quiero llegar a un maldito final de semestre tranquila, y con mi conciencia sana porque sé que estuve haciendo las cosas bien, que todo saldrá bien...

Ya no quiero sentir sueño, cansancio, frustración, temor, incertidumbre y esa alta necesidad de hacerle daño a las personas; concretamente dejar de infringir temor. No quiero para mí tantas desgracias, dijo el poeta. Me canso de ser lo que sea que soy. ¡Que alguien me cambie el chip!

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