miércoles, agosto 17

Tiene un número, el 78.

Mi blog tiene 77 entradas y justo estaba pensando en que incluso recientemente escribo cosas muchas cosas nostálgicas y azules. Y sinceramente, no supe revertir eso. Por lo general tengo esta tendencia a quedar estupefacta ante la felicidad, y por esto las palabras quedan atoradas en mi boca. Bueno, la desilusión también me deja sin palabras pero ahora no es síntoma de eso.

Honestamente ahora soy muy feliz. Mi mente maquinó muchas cosas buenas después de largos períodos de tristeza y desesperanza, y he llegado a un punto en que mis maquinaciones se han ido haciendo realidad, no como las pensaba, sino que con vida y movimientos propios, escapando de buena manera a lo que concibió mi imaginación.

Bueno, el 77 me recordó fugazmente un grupo musical, pero lo importante es que me evocó un cuento de nuestro estimadísimo Julio:

Amor 77. Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

No les diré las cosas que pienso con este cuento, porque son muchas y les dejo tener su propia lectura de las cosas, solo les digo del buen efecto memorable que tiene en mí.

También se me vinieron unos recuerdos fugaces, pero al revés. Oh, que es rico vivir sin ropa, crear un cuento desde su final hacia el principio.

Hola, estoy contenta, así me cuesta mantener un poco el hilo de las cosas. Es porque en mi vida nunca he funcionado con sencillez ni calma, sino con la presión de las desgracias que se avecinan o tratando de resolver las cosas que vienen torcidas. Tener la calma y la paciencia de una espera en mí es nuevo, en serio. La indiferencia igual, esa insoportable levedad que se viene. Es otra cosa. Pero tampoco quiero pensar mucho ni lo consigo.

Hola, perdí el hilo. Ese del que cuelga la vida. Adiós.


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